Al contarme sobre el nacimiento de su hijo ocurrido hace ocho meses, Caleb me dice que se sintió totalmente indiferente.
"¿Sabes de esa embargadora sensación de alegría y afecto que los padres describen al ver sus bebés por primera vez? Yo no experimenté nada así".
El día de su boda tampoco fue interesante. "Para mí era como una producción teatral, algo mecánico", sostiene Caleb, quien me pidió no revelar su nombre completo.
De hecho, asegura que no siente casi ninguna emoción, sea buena o mala.
Lo conocí en un foro de internet dedicado a las personas que tiene alexitimia, una especie de "daltonismo emocional" que les impide percibir y expresar los distintos matices de sentimientos que normalmente acompañan nuestras vidas.
Es una condición identificada en el 50% de personas que sufren de autismo, pero hay muchos "alexes" como Caleb, término que usan para llamarse a sí mismos, que no muestran otros rasgos autísticos como el comportamiento compulsivo o repetitivo.
Y entender a fondo lo que implica la alexitimia podría arrojar luz acerca de muchas enfermedades graves, desde la anorexia y la esquizofrenia hasta el dolor crónico y el síndrome del intestino irritable.
Capas de sentimientos
Para comprender esa indiferencia emocional es útil pensar en las emociones como especies de muñecas rusas formadas por varia capas, cada una más compleja.
En el centro de todo hay una sensación corporal, como la aceleración en el corazón al ver a la persona que amas o el estómago revuelto que acompaña un ataque de ira.
El cerebro puede entonces valorar esos sentimientos para saber si se trata de algo bueno o malo, si es un sentimiento fuerte o débil.
Y esas sensaciones comienzan a formar una representación consciente de una emoción. Al final de todo las conectamos con palabras.
Cuando la alexitimia fue descrita por primera vez en 1972, se pensó que el problema justamente radicaba en esa última fase lingüística.
Según la hipótesis de los científicos, eso podría resultar de una falla de comunicación entre los dos hemisferios del cerebro, lo que impedía que las señales de las regiones emocionales, predominantes en el lado derecho, alcanzaran las zonas del lenguaje, principalmente ubicadas en el izquierdo".
"Necesitas esta transferencia emocional para poder verbalizar lo que sientes", señala Katharina Görlich-Dobre, investigadora del Departamento de Neurología del Hospital Universitário de Aachen, Alemania.
Al ver imágenes de escáner cerebrales, Görlich-Dobre encontró que en otras personas con alexitimia, el trastorno parecían tener unas conexiones anormalmente densas en el puente neural entre los dos hemisferios.
Y la investigadora piensa que eso puede crear una señal ruidosa, un poco como un radio mal sintonizado, que impide el cruce de esa información emocional.
Hoy en día parece cada vez más claro que existen muchos tipos de alexitimia.
En algunos casos el individuo experimenta problemas para expresar sus emociones, mientras que en otros, como en el de Caleb, ni siquiera está consciente de tener esos sentimientos.
El psiquiatra Richard Lane, de la Universidad de Arizona, compara el trastorno con lo que le sucede a personas que se han quedado ciegas después de sufrir daños en la corteza visual. A pesar de tener ojos sanos, no pueden ver imágenes.
De la misma forma, un daño en un circuito neuronal involucrado en el procesamiento de emociones puede impedir que sentimientos de tristeza, alegría o enojo emerjan de la consciencia.
"Quizás la emoción es activada, incluso tienes una respuesta corporal, pero sucede sin que estés consciente de la emoción", apunta Lane.
Problemas de percepción
En esa misma dirección, algunos estudios recientes utilizando resonancias magnéticas encontraron señales de un problema básico de percepción.
Görlich-Dobre, por ejemplo, encontró una reducción en la materia gris en áreas de la corteza cingulada, una región del cerebro que controla la autoconsciencia, algo que podría bloquear una representación consciente de las emociones.
Y André Aleman, de la Universidad de Groningen, en Holanda, detectó algunas fallas en zonas asociadas con la atención cuando las personas que tienen el trastorno contemplaron imágenes cargadas de contenido emocional.
Era como si sus cerebros no estaban registrando los sentimientos.
El propio Caleb describe una "desconexión de consciencia" que impide que las emociones lleguen a su mente.
"Entre más extrema es la emoción que debería estar sintiendo, más se aclara mi pensamiento y me vuelvo más analítico".
Y su situación también un lado ligeramente positivo: poder lidiar mejor con intervenciones médicas, sin sentir miedo ni ansiedad.
"Puedo soportar una gran cantidad de dolor o experiencias desagradables porque se que en muy poco tiempo no tendré ninguna memoria emocional asociada con lo que pasó", dice. "Sin embargo, también significa que mis recuerdos positivos quedan eliminados".
Corto circuito neural
La alexitimia también parece estar asociada a otras enfermedades, como la esquizofrenia y trastornos alimentarios, y entenderla mejor podría servir también para una mayor comprensión de esos desordenes.
Y también es el caso con el autismo. A pesar de los estereotipos, Geoffrey Bird, del Kings College de Londres, destaca que la mitad de las personas autistas son perfectamente capaces de percibir y responder a los demás, y los que tienen problemas sociales también tienden a sufrir de alexitimia.
Igualmente, podría ser de ayuda para entender más a fondo los llamados "disturbios psicosomáticos", tales como el dolor crónico y el síndrome de intestino irritable que parecen más comunes en las personas con alexitimia.
Para Lane, esa asociación ocurre por causa de una especie de "corto circuito" en el cerebro, creado por la ceguera emocional.
Según el psiquiatra, normalmente la percepción consciente de las emociones ayuda a amortiguar las sensaciones físicas asociadas a los sentimientos.
"Puedes procesar conscientemente el proceso y permitir que un sentimiento evolucione", Sin embargo sin esa válvula de escape, la mente se queda fija en las sensaciones físicas, potencialmente aumentando su respuestas.
En busca de sentimientos perdidos
La esperanza es que algún día las investigaciones consigan encontrar los orígenes de la alexitimia y se puedan detener sus efectos.
En ese sentido, Caleb piensa que su condición puede tener un origen genético.
Sin embargo, la forma como fue alguien fue criado y las manifestaciones emocionales de los padres también podría también tener un papel.
Y en otros casos podría estar causado por un trauma que suprime la habilidad de la personas de procesar algunas o todas sus emociones.
En su infancia, Patrick Dust, uno de los pacientes de Lane, fue víctima de violencia y abusos por parte de su padre alcohólico.
Muchos años después aún tiene dificultades para interpretar y entender sus emociones, especialmente el miedo y rabia que le tiene a sus padres.
Y sospecha que eso provocó que sufriera de fibromialgia (dolores crónicos por todo el tiempo) y un desorden alimenticio.
Con la ayuda de Lane, Dust pudo revisitar el pasado y reconectarse con las emociones que había dejado bloqueadas y él piensa que eso lo ayudó a solucionar los problemas que sufría.
Caleb también acudió a la terapia cognitiva-conductual para intentar mejorar su comprensión social y ahora a través del esfuerzo consciente está en mejor capacidad de analizar los sentimientos físicos y asociarlos con las emociones que sienten otras personas.
Puede que Caleb no haya sido transportado hacia el éxtasis el día de su boda o del nacimiento de su hijo, pero la pasó la mayor parte de su vida mirándose adentro, esforzándose para entender sus sensaciones y las de la gente que lo rodea.
Y quiere enfatizar que la ceguera emocional no lo hace desagradable o egoísta.
"Es posible estar completamente desconectado de las emociones e imaginación que forman una parte tan grande de lo que nos hace ser humanos, sin ser una persona cruel o un psicópata".