"¿Ya sabemos qué es?, ¿ya sabemos qué es?", preguntó insistentemente durante cinco meses el paciente al que 72 horas antes de morir se le determinó que padecía un extraño cáncer "no humano" que le había contagiado un parásito.
"Estaba desesperado y nosotros no teníamos respuesta para darle", le dice Carlos Agudelo a BBC Mundo, el médico infectólogo a cargo del paciente en la Clínica Universitaria Bolivariana de Medellín.
El caso del colombiano le dio la vuelta al mundo este jueves tras la publicación de un artículo médico en el New England Journal of Medicine en el que se reveló que el origen de su cáncer era el parásito estomacal Hymenolepis nana.
Sin embargo, la persona –cuyo nombre se mantiene en reserva– no murió sólo a causa del cáncer, sino por una asociación de factores que incluían el deterioro que le causó ser portador del VIH.
Células cancérigenas pequeñas
Llegó a la clínica en enero de 2013, afectado por una recaída generada por el VIH, meses después de haber dejado de tomar los medicamentos para controlar el virus.
"El paciente llegó por urgencias. Tenía un cuadro de pérdida de peso, fiebre y complicación respiratoria", relata Agudelo.
"Es algo que estamos enfrentando ahora con los pacientes de VIH, se sienten bien, se sienten aliviados y abandonan el tratamiento. Eso pasó con este".
Según Agudelo, la clínica ha desarrollado unos protocolos de atención y exámenes para atender a estos pacientes. Uno de ellos incluye radiografías y tomografías de tórax.
Los exámenes mostraban unas masas en los pulmones que en la patología demostraron ser cáncer. Pero por lo pequeñas que eran las células cancerígenas, los médicos quedaron desconcertados.
"Los patólogos de la universidad Alejandro Pérez y Lucy Díaz-Granados, también coautores de la publicación, descubrieron esas células de esa patología tan extraña".
Y ahí empezó la odisea de saber el misterio del cáncer, que para el paciente duró cinco meses pero que para investigadores y médicos de tres continentes significó más de un año y medio de estudio.
"Nadie nos podía dar respuesta".
"Como no sabíamos qué era inicialmente compartimos las fotos microscópicas con infectólogos, microbiólogos y patólogos locales en Colombia", explica.
"Nadie nos podía dar respuesta, así que mandamos esas imágenes microscópicas a varios centros en EE.UU., España y México, buscando entre contactos que cada uno de nosotros tenía".
"Y de nuevo, nadie sabía qué era", repite Agudelo.
"Así que contactamos al equipo de Atis (Muehlenbacs), en el CDC, a traves de la doctora Alicia Hidron, otra infentóloga que participó en la publicación. Les pedimos ayuda para que hicieran estudios moleculares y de genética".
Luego aparecieron el doctor Akira Ito y el doctor Peter Olson. El primero de Japón y el otro de Inglaterra, expertos en el Hymenolepis nana.
"Desde el punto de vista del paciente, era un poco difícil porque obviamente estaba muy preocupado sin diagnóstico", dice Agudelo.
"Él veía los esfuerzos que estábamos haciendo y los contactos que estábamos haciendo para tratar de encontrar un diagnóstico, pero estaba desesperado. Ver su propio deterioro lo angustiaba".
"Yo hasta llegué a mostrarle el recibo de FeDex de lo que mandamos una vez al CDC para que viera que estábamos en eso. Pero nosotros tampoco sabíamos qué estaba pasando".
Fue muy frustrante el reto de darle respuestas que no teníamos.
"A veces incluso les escribíamos a los del CDC '¿qué hubo?, ¿qué pasa?', y el CDC nos escribía diciendo 'estamos pensando que es por este lado, o es por el otro lado'".
"Desafortunadamente no alcanzamos e incluso ahora, nosotros no estamos seguros de qué tratamiento le habríamos podido dar".
Fue 72 horas antes de que el paciente muriera en mayo que supieron qué era lo que tenía.
"El caso más extraño de mi carrera"
"Es el caso más extraño que he visto. Todos estábamos sorprendidos. Cuando confirmaron lo que era, yo no daba crédito; era una cosa que uno no se imaginaba que pudiera pasar", recuerda el doctor Agudelo.
"Nosotros entendemos larelación entre infección y cáncer. Eso es bastante conocido. Ciertas infecciones producen cambios en las células humanas que llegan al cáncer", afirma.
"El papiloma, los virus de las hepatitis, que cuando entra en crisis una infección por estos gérmenes, las células pueden sufrir transformaciones hacia la malignidad", agrega Agudelo.
"Lo novedoso y sorprendente en este caso es que las células que estaban produciendo el cáncer no eran humanas. Eran células del parásito. Habían invadido al paciente".
"Eso no estaba escrito en ninguna parte. Uno no se imaginaba que algo así pudiera pasar y menos que eso le estuviera pasando al paciente que tenía al frente mío".
"Un logro muy bonito"
De acuerdo al médico, el paciente murió en mayo de 2013, a causa de múltiples factores, sobre todo por les efectos progresivos del VIH.
"Cuando ya falleció, mirando en retroespectiva, ya sabiendo lo que pasó y lo que encontramos, estamos seguros que no teníamos ninguna posibilidad de ayudarle", dice Agudelo.
"La medicina tenía una limitación de conocimiento muy grande", explica.
"Este caso se publica precisamente trantando de que los médicos que puedan eventualemnte encontrarse con un caso de estos ya tengan herramientas para dar un diagnóstico".
Sobre lo que le queda de todo esto a la clínica en Medellín para la que trabaja, comenta lo gratificante de haber participado en un artículo con tanta relevancia.
"Como es una clínica universitaria además está también del tema de la docencia y el tema de la investigación, que a pesar de las limitaciones de recursos que tenemos en Colombia, enfatizamos en ir más allá de lo asistencial", agrega.
"Pero sobre todo, mostrar que aquí se pueden hacer cosas colaborativas con otros centros en el mundo que tienen más experiencia y más recuersos".
Y concluye: "Lo más importante es que la gente no piense que a todo el mundo que tiene un parásito en el organismo le va a dar cáncer, es un caso excepcional".