Víctima de una rara enfermedad, Alex Lewis debió ser sometido a una amputación de sus cuatro miembros para sobrevivir.
Pero Lewis no se dejó vencer por su discapacidad. Tras un extenso y a veces frustrante proceso de rehabilitación, acaba de regresar a trabajar como diseñador de interiores.
Hoy día, se siente mucho más feliz que antes de su enfermedad.
Falsa gripe
Todo comenzó en noviembre de 2013 con lo que parecía ser una simple gripe.
Pero poco después notó que su piel estaba manchada y en su orina había rastros de sangre.
Una ambulancia se llevó a Lewis de inmediato al hospital, donde el diagnóstico fue contundente: se trataba de un caso de infección por estreptococo de tipo A, una extraña infección bacteriana en la que los tejidos de una persona empiezan a comerse a sí mismos.
Normalmente, el cuerpo elimina esta bacteria que, por lo general, es inofensiva. Pero en este caso propició una septicemia (envenenamiento de la sangre) y lo que se conoce como síndrome del choque tóxico.
Sus extremidades infectadas empezaron a envenenar su cuerpo. Amputarle sus miembros era la única alternativa.
También se quedó sin labios y sin nariz.
Pero hoy la agonía parece haber quedado atrás. Las prótesis le permiten moverse con más facilidad e independencia.
Y tras múltiples operaciones los cirujanos le han reconstruido su rostro.
Ahora, disfruta de cada momento de su vida como si fuese único.
“Lo que me ocurrió me ha hecho pensar de forma distinta sobre ser padre, ser pareja y ser humano”, dice.