Para fomentar relajación y tranquilidad en medio del estrés cotidiano, mejorar la capacidad para tomar decisiones, romper malos hábitos, recuperarnos tras situaciones emocionales amargas, entre otros beneficios, la meditación resulta un recurso muy efectivo.
Quizá a la mención del término se piense en la meditación como una práctica religiosa, pues desde la antigüedad algunas creencias la realizan como parte de sus actividades habituales, pero no lo es.
La práctica de meditación, actualmente recomendada como parte de un estilo de vida saludable y pleno, es un entrenamiento de la atención, para estar más conscientes de lo que nos sucede en nuestro interior y alrededor de nosotros en un momento dado.
Esa consciencia y claridad sobre lo que está pasando en el momento nos permite elegir en cuanto a si actuar sobre lo que estamos viendo y cómo hacerlo.
Puedo practicar meditación sea cual sea mi religión, profesión, raza, género.
La habilidad de acopiar y sostener la atención es lo que permite que hagamos las actividades cotidianas con eficacia, desde aprender las enseñanzas escolares hasta realizar nuestro trabajo.
Una mente distraída no es aliada de nuestro mejor desempeño. Ante las tantas situaciones cotidianas que provocan que perdamos nuestro enfoque en un momento determinado, la meditación es una herramienta excelente para fomentar concentración, auto dominio.
Meditar ayuda contra la ansiedad. En este aspecto puedo dar particular testimonio pues he padecido trastornos de ansiedad desde mi infancia y durante algunos años de mi vida dependí de fármacos para controlarla.
Este trastorno hace estragos en el desarrollo cotidiano de quien lo padece. La patología viene del nivel extremo de ansiedad (donde el individuo anticipa situaciones amenazantes de forma irracional y las somatiza, en un dañino cuadro de tensión y preocupación), es sano acusar cierta ansiedad en determinadas situaciones, en tanto es un mecanismo natural de alerta ante peligros o amenazas.
Pero si tendemos a que la ansiedad se desborde podemos volvernos un manojo de nervios y, presa de ellos, no reaccionar adecuadamente en medio de las situaciones del diario vivir.
Concentración, consciencia sobre el “aquí y ahora”, relajación, espíritu bondadoso y compasivo, son mecanismos muy aliados de nuestro bienestar integral y que la práctica de la meditación contribuye a conformar, indudablemente. Personas que se alteran habitualmente, que explotan por el mínimo inconveniente, aceleradas y distraídas hasta lo perjudicial, perciben un cambio notable con la práctica de la meditación.
Es una práctica sin costo y relativamente fácil; el instrumento básico para realizarla es la respiración y puede efectuarse en cualquier momento del día, hasta 5 minutos bastan.
Quizá a la mención del término se piense en la meditación como una práctica religiosa, pues desde la antigüedad algunas creencias la realizan como parte de sus actividades habituales, pero no lo es.
La práctica de meditación, actualmente recomendada como parte de un estilo de vida saludable y pleno, es un entrenamiento de la atención, para estar más conscientes de lo que nos sucede en nuestro interior y alrededor de nosotros en un momento dado.
Esa consciencia y claridad sobre lo que está pasando en el momento nos permite elegir en cuanto a si actuar sobre lo que estamos viendo y cómo hacerlo.
Puedo practicar meditación sea cual sea mi religión, profesión, raza, género.
La habilidad de acopiar y sostener la atención es lo que permite que hagamos las actividades cotidianas con eficacia, desde aprender las enseñanzas escolares hasta realizar nuestro trabajo.
Una mente distraída no es aliada de nuestro mejor desempeño. Ante las tantas situaciones cotidianas que provocan que perdamos nuestro enfoque en un momento determinado, la meditación es una herramienta excelente para fomentar concentración, auto dominio.
Meditar ayuda contra la ansiedad. En este aspecto puedo dar particular testimonio pues he padecido trastornos de ansiedad desde mi infancia y durante algunos años de mi vida dependí de fármacos para controlarla.
Este trastorno hace estragos en el desarrollo cotidiano de quien lo padece. La patología viene del nivel extremo de ansiedad (donde el individuo anticipa situaciones amenazantes de forma irracional y las somatiza, en un dañino cuadro de tensión y preocupación), es sano acusar cierta ansiedad en determinadas situaciones, en tanto es un mecanismo natural de alerta ante peligros o amenazas.
Pero si tendemos a que la ansiedad se desborde podemos volvernos un manojo de nervios y, presa de ellos, no reaccionar adecuadamente en medio de las situaciones del diario vivir.
Concentración, consciencia sobre el “aquí y ahora”, relajación, espíritu bondadoso y compasivo, son mecanismos muy aliados de nuestro bienestar integral y que la práctica de la meditación contribuye a conformar, indudablemente. Personas que se alteran habitualmente, que explotan por el mínimo inconveniente, aceleradas y distraídas hasta lo perjudicial, perciben un cambio notable con la práctica de la meditación.
Es una práctica sin costo y relativamente fácil; el instrumento básico para realizarla es la respiración y puede efectuarse en cualquier momento del día, hasta 5 minutos bastan.