Anualmente gastamos millones de dólares en champú, acondicionadores, jabones y geles para usar en la ducha y la tina pero ¿cuál es el costo real de estos productos? ¿Deberíamos preocuparnos por el efecto de lo que nos echamos en el cuerpo para limpiarnos?
El doctor Chris van Tulleken se prestó para un estudio de la Universidad de Bath, Inglaterra, sobre los químicos presentes en nuestras rutinas de higiene personal y cuidado de la piel para responder a estas preguntas.
Hoy en día, muchos de nosotros eliminamos los aceites, la grasa y la mugre de nuestra piel una, dos o tres veces al día, usando champú, jabón o geles.
Acto seguido, nos aplicamos cremas humectantes para reemplazar esos aceites y grasas.
¿Se trata de un círculo sin fin de irracionalidad o algo más serio? ¿Estamos haciendo algo que puede ser malo para nosotros?
Laurisulfato sódico
Las cremas humectantes, los champús y los geles de ducha, como muchos otros limpiadores que tenemos en nuestros hogares, contienen detergentes.
Esos compuestos químicos no sólo ayudan a sacar la grasa, aceite y mugre de nuestros cuerpos sino que también son usados para emulsionar los componentes de los productos para lavar, lo cual es necesario para estabilizar las mezclas y mantenerlos en forma de crema.
No obstante, Richard Guy, del Departamento de Farmacia y Farmacología de la Universidad de Bath, encontró que el laurisulfato sódico (SLS), un poderoso detergente presente en un gran número de champús y jabones, puede causar severas irritaciones de la piel y reducir su capacidad de funcionar efectivamente cuando se deja en contacto con cutis sanos.
La investigación de Guy sucede a la hecha por algunos laboratorios que demostraron que la crema Acuosa BP, una crema emoliente que hasta hace poco era usada comúnmente para tratar el eczema, hacía que en muchos pacientes la condición empeorara.
El SLS fue identificado como el químico irritante en este producto.
El experimento
Para explorar más los efectos del SLS, se utilizó en forma líquida y en una concentración más baja que la que contienen la mayoría de nuestros productos higiénicos, y se mantuvo en contacto con la piel del brazo de Chris van Tulleken durante 6 horas al día por tres semanas.
Guy midió el índice de pérdida de agua de su piel antes del experimento y al final de éste.
El índice de pérdida de agua de la piel es una medida confiable de la efectividad del cutis como una barrera, de manera que un aumento en la pérdida indica un daño.
Al final del experimento, la pérdida de agua en la piel de Van Tulleken se había más que triplicado: de 9g de agua por metro cuadrado de piel por hora al principio a 33 g/m²/hr.
Para Guy, tal cambio en la pérdida de agua es casi equivalente a estar a mitad de camino de perder completamente la capa superior de la piel.
Se piensa que el SLS irrita la piel al perturbar los aceites naturales que mantienen su integridad. Eso no sólo causa un daño directo, sino que además reduce la capacidad de la piel para repeler alérgenos -como el mismo SLS- que pueden provocar reacciones como el eczema.
¿Y la crema?
Van Tulleken también prestó su cuerpo para poner a prueba la segunda fase de nuestra rutina de limpieza: la crema humectante.
Examinamos los efectos de una crema común tras lavarse con jabón y lo comparamos con lo que ocurría cuando no la usaba.
Cuando se midió la pérdida de agua de las dos áreas de la piel, no hubo ninguna diferencia.
Según este resultado, la crema humectante no beneficia a la piel.
Aunque está lejos de ser un experimento científico riguroso, la experiencia confirmó una sospecha de Van Tulleken: que el uso de las cremas humectantes se ha convertido en un hábito sólo debido a la necesidad de aliviar los efectos dañinos de los detergentes en nuestra piel.
Casi todos los productos para la piel, incluidas las cremas humectantes, contienen algún tipo de detergente, incluso aquellos que no son tan poderosos o perjudiciales como el SLS.
Así que, si tienes la piel sensible o eres propenso a sufrir de eczema, es posible que reducir tu contacto con el SLS te ayudará.
Hay varios productos para la piel que no contienen SLS, aunque no todos lo hacen notar. Fíjate en la lista de ingredientes o pregunta en las tiendas, pues algunas mantienen una lista de productos sin ese detergente para ayudar a sus clientes.