El ugandés Criscent Bwambale fue una de las 18 millones de personas de países en desarrollo que viven con ceguera evitable. Estaba excluido de la vida normal. No podía ir a la escuela o jugar con otros niños de su edad. Una operación le cambió la vida.
- Criscent Bwambale vive con su abuela en una casa de barro rodeada por plantaciones de cacao en Uganda. En enero la familia respondió a un llamado de un equipo médico, apoyado por la organización de caridad Sightsavers ("Salvadores de visión"), para que presentaran a sus hijos a un examen de vista.
- El niño nació con cataratas y sólo era capaz de distinguir vagas zonas de luz y oscuridad. El llamado le dio la oportunidad a Criscent de someterse a una doble operación en un hospital de Mbarara, al oeste del país. Dos meses después, el oculista Nelson Chwa examina los ojos del pequeño.
- Un doctor le pone los nuevos lentes a Criscent, los que le permitirán ver el mundo con claridad por primera vez.
- Viejas monturas de lentes en el Hospital Oftalmológico Rutharo, una de las pocas clínicas que ofrecen servicios especializados para las cerca de 368.000 personas ciegas que viven en Uganda. Se estima que en los países en desarrollo, 18 millones de personas viven con ceguera evitable.
- Criscent sale del hospital con sus nuevos lentes. "Antes de la operación, dependía de su abuela u otro miembro de la familia para hacer cualquier cosa. Pero ahora es un niño seguro e independiente", dijo Joseph Magyezi, un funcionario del hospital.
- En el viaje de regreso a su pueblo natal de Bundibugyo, Criscent mira por la ventana del coche con asombro.
- Durante el camino a su casa, pasa a través de un paisaje espectacular de las montañas Rwenzori, en el extremo oriente del país.
- De vuelta a casa, la prima de Criscent lo carga para mostrarle la vista desde la ventana. Su familia ahora tiene la tarea de enseñarle lo que son los objetos cotidianos básicos. "Sus hermanos están todos felices y emocionados. Todos están contentos de que pueda ver ahora", dijo su abuela.
- "Necesita aprender a reconocer las cosas y sus nombres. Por ejemplo, nunca ha visto un bote o una gallina, así que no sabe cómo se llaman esas cosas", dijo Magyezi.
- Criscent se sienta en su primer día de clase. Nunca antes ha visto las letras y debe aprenderse el alfabeto a partir de cero. "Ha perdido muchos años de aprendizaje y su cerebro ahora necesita ponerse al día con lo que ve", dijo Magyezi.
- Criscent se une a un juego con otros alumnos de su clase en una escuela primaria local. "Nunca había jugado así antes", dijo Criscent, cuya ceguera le impedía participar en juegos con otros niños.