REDACCIÓN INTERNACIONAL.- La Universidad de Alicante (UA) ha alertado de que las largas exposiciones al sol durante el verano no sólo pueden ser dañinas para la piel sino también para los ojos, ya que cada hora dedicada al bronceado eleva el 4% el riesgo de desarrollar alteraciones en la estructura del cristalino.
Así lo han informado a raíz de un estudio publicado por la revista científica JAMA Ophthalmology, donde se apunta que pueden provocar complicaciones en la retina y la córnea.
El profesor de la UA David Piñero ha advertido de que la radiación ultravioleta produce “un efecto acumulativo que podría desencadenar, en algunos casos, en problemas en los fotorreceptores, mala visión de forma progresiva, degeneraciones maculares o la aparición de un ‘pterigión’, esto es, un tejido que invade la córnea y que se conoce coloquialmente como la palmera”.
Por ello, desde la UA han insistido en la importancia de elegir correctamente unas gafas de sol, puesto que utilizarlas desde las 10 de la mañana y hasta las 16 horas puede reducir dicha probabilidad en alrededor de un 2%.
Debe ser “imprescindible” que éstas lleven el sello de la Comunidad Europea (CE), además de que su adquisición debe “estar supervisada por un óptico optometrista” pues es “un elemento importante para la salud visual”, según Piñero.
Otro aspecto a tener en cuenta es el grado de filtración necesario para el entorno y la actividad en que la utilizamos.
Éste deberá oscilar entre las categorías 1, 2 ó 3 para la conducción y para actividades diarias del día a día, mientras que el grado 4 será para deportes de agua o alta montaña donde existe una reflexión de la luz solar considerablemente mayor.
Piñero también ha alertado de que hay que prestar especial atención a niños y personas mayores, ya que en el caso de los primeros el cristalino resulta muy transparente hasta la adolescencia, lo que les hace más sensibles a la radiación ultravioleta.
Lo recomendable en estos casos sería un grado de filtración de 2 y 3, así como lentes y varillas muy resistentes.
Desde la UA también han desmentido que el color de la lente sea un indicativo de la protección que ofrece, al igual que el precio no es un parámetro de calidad.
“Existen lentes excesivamente oscuras que no filtran correctamente la luz ultravioleta, favoreciendo una mayor dilatación pupilar y un incremento de la radiación que recibe el ojo”, ha aclarado Piñero.
Fuente: 20minutos.es