Los psicólogos todavía no han descifrado la verdadera función de los sueños.
Sin embargo, están casi seguros de que tiene algo que ver con la memoria, ayudándonos a consolidar los recuerdos del día o a olvidar detalles no deseados para evitar una sobrecarga.
Y en este último caso, recordar lo que soñamos puede no ser de mucha ayuda.
Además, cuando los sueños son particularmente vívidos disminuyen los niveles deserotonina y noradrenalina, lo que también puede afectar nuestra capacidad para recordarlos.
Sin embrago, la principal razón parece ser que la mayor parte de nuestros recuerdos de cuando estamos despiertos tienen sentido y están interrelacionados.
Así, si uno trata de recordar qué desayunó esta mañana, eso se puede vincular a los recuerdos del momento en que nos levantamos y las otras cosas que hicimos antes de salir de casa.
Mientras que los sueños por lo general son ilógicos y lo que ocurre en ellos no está conectado a nada que podamos intentar recordar para evocarlos.