Es una enfermedad que provoca lesiones en la piel y puede dejar cicatrices para toda la vida.
La leishmaniasis cutánea está asociada a un estigma social y se han reportado casos en casi todo el mundo, incluida América Latina.
Pero ahora la crisis de refugiados de Siria ha provocado un brote "catastrófico" del mal en países de Medio Oriente.
Esta cruel enfermedad está afectando a cientos de miles de refugiados o personas atrapadas en zonas de conflicto, destaca un artículo publicado en la revista científica Plos Neglected Tropical Diseases.
La leishmaniasis es endémica en Siria desde hace dos siglos (el primer caso se detectó en 1745), pero hasta antes de la guerra estaba contenida en dos zonas alrededor de Alepo y Damasco.
Ahora, "el número real de casos puede exceder los 100.000 al año", dicen los autores del artículo.
Esto puede atribuirse al "masivo desplazamiento de la población dentro del país y a la disrupción ecológica de los hábitats de la mosca de la arena", que es la que transmite el mal.
Causada por un parásito
La leishmaniasis cutánea es una enfermedad tropical causada por un parásito diminuto de nombre Leishmania.
Provoca llagas o heridas abiertas en la piel, que duelen si se infectan, y puede causar una desfiguración permanente.
Aunque tiende a curarse de forma espontánea, deja cicatrices.
Y un riesgo añadido es que las heridas que causa pueden dar lugar a nuevas infecciones.
Además de en Siria, los científicos también reportaron casos en Líbano, Turquía, Jordania, Libia y Yemen.
En Líbano, por ejemplo, hubo seis casos entre 2000 y 2012.
Pero solo en 2013 hubo 1.033 casos reportados, de los cuales el 96% fueron entre refugiados sirios, según el Ministerio de Salud de este país.
"Acción inmediata"
Unos 4,2 millones de sirios han huido hacia países vecinos.
La enfermedad ha surgido en lugares donde hay refugiados y existen reservorios del parásito que la transmite, que necesita elevadas temperaturas para sobrevivir.
Los autores del estudio piden una "acción inmediata".
Entre otras medidas, recomiendan programas para proporcionar agua potable, alimentación, servicios de higiene y alojamiento adecuado para mejorar las condiciones de vida de los refugiados, como medida para prevenir nuevos contagios.
Los científicos alertan que, si el brote no se trata con rapidez, "la experiencia nos avisa que puede tener consecuencias no anticipadas".
La enfermedad afecta a las poblaciones más pobres y, según la OMS, está asociada en general con la malnutrición, los desplazamientos de población, las malas condiciones de vivienda y la debilidad del sistema inmunitario.
La OMS calcula que cada año se producen en el mundo 1,3 millones de casos nuevos y entre 20.000 y 30.000 muertes.
Se han reportado casos de leishmaniasis en todos los continentes, salvo en Australia y en la Antártida.
La leishmaniasis es endémica en 70 países y, al menos hasta este nuevo brote en Medio Oriente, más del 90% de los casos aparecían en Arabia Saudita, Irán, Afganistán, Brasil y Perú.