Quizás en algún momento has escuchado la leyenda de que todos tenemos un doble en este mundo.
Incluso se ha acuñado un nombre en alemán: Doppelgänger, que si quisiéramos traducirlo sería algo así como "doble andante".
Pero, ¿cuáles son las probabilidades reales de que por ahí haya alguien deambulando con exactamente los mismos rasgos que tú?
La bióloga Tegham Lucas, de la Universidad de Adelaida en Australia, se hizo esta misma pregunta.
Y para responderla su equipo examinó 4.000 rostros de la colección pública de fotografías del personal del ejército de Estados Unidos, utilizó ocho puntos distintivos faciales y los comparó entre ellos.
Midió la distancia entre puntos clave, como ojos y oídos, y calculó las probabilidades de que dos caras coincidan en ocho rasgos.
El resultado es desesperanzador para aquellos que algún día esperan toparse con su doble.
Según Lucas, la probabilidad que una persona sea igual, igual, a otra es de uno en un billón.
(Tomemos en cuenta que en el mundo hay 7.400 habitantes)
Herramienta útil
Aunque para el sistema de justicia criminal, el estudio publicado recientemente en el Forensic Science International puede ser música para sus oídos.
"Antes de que puedas cuestionar en una corte '¿qué tal si lo hizo alguien que es exacta a esa persona?' Ahora (con nuestra investigación) podemos decir que es bastante poco probable", le dijo la investigadora a la BBC.
"Nuestro trabajo ofrece apabullantes evidencias de que las antropometía facial es una forma efectiva de identificar a un criminal que haya sido captado por cámaras de seguridad", agrega.
Este estudio se trata de medidas exactas. Es decir, si las orejas de dos personas no están a exactamente la misma distancia, no se habla de una coincidencia de caras.
También hay factores ambientales y genéticos que hacen improbable que nos encontremos con un doble por ahí.
Según expertos, la combinación de genes que ocurre cuando se crean las facciones de nuestra cara hacen que siempre haya alguna diferencia, incluso cuando se trata de gemelos.
Y luego están los hábitos alimenticios y actividades que haga cada quien, algo que también tiene un impacto en la forma que lucimos.
Iguales, no; parecidos, sí
Sin embargo, si eres de los que no se fija en detalles, entonces las probabilidades de encontrarse con alguien que se parezca a uno son prometedoras.
Esto se debe a la forma en que nuestro cerebro reconoce y recuerda las caras.
"Lo hace más como un mapa que como una foto", explica para la BBC la periodista científica Zaria Gorvett.
"Cuando te topas con un amigo en la calle, el cerebro inmediatamente empieza a trabajar para reconocer los rasgos de forma individual, como el tono de la piel o el tipo de cabello, es como reconocer a Italia solo por la forma del país".
El siguiente paso que hace el cerebro es reconocer el contexto de esos rasgos, y maquilla los detalles más sutiles.
"La mayoría de las personas se concentra en características superficiales como el estilo del cabello o las cejas", señala Nick Fieller, estadista del proyecto The Computer-Aided Facial Recognition.
Mientras que otros expertos sugieren que para reconocer a alguien, primero miramos los ojos, luego la boca y por último la nariz.
Debido a que al principio sólo nos fijamos en grandes rasgos, y no vamos con un centímetro midiendo distancias y escaneando el lugar preciso de las marcas y lunares, con frecuencia encontramos a personas muy parecidas.
"Creo que la mayoría de las personas tiene a alguien que facialmente se le parece, a no ser que tenga unos rasgos verdaderamente inusuales", comenta Fieller.
Y el mundo digital, donde todo se comparte, está ayudando a encontrar a esa persona en aquel rincón del mundo.