La cirugía de párpados, técnicamente conocida como blefaroplastia, es un procedimiento para extraer la grasa y el exceso de piel de los párpados superiores e inferiores.
Este procedimiento puede corregir la caída de los párpados superiores y las bolsas de los inferiores, características que hacen que parezcamos mayores y más cansados de lo que somos y que, en algunos casos, pueden interferir con la visión. Tiene la ventaja de que se puede realizar tanto de manera aislada como junto a otras cirugías estéticas del rostro como lifting facial o elevación de cejas.
“Los candidatos ideales para someterse a una blefaroplastia son personas que buscan mejoría -no perfección- en su apariencia. Si la persona posee un buen estado general de salud, goza de estabilidad psicológica y es realista en sus expectativas se considera buen candidato o candidata”, señala Betssy Hazoury, cirujana dermatóloga. Añade que generalmente los pacientes que aplican a este procedimiento tienen 35 años o más, pero hay casos de personas más jóvenes que tienen tendencia familiar a tener bolsas bajo los ojos.
Si se sufre de alguna condición médica crónica, como los problemas de tiroides, presión arterial alta, enfermedades cardiovasculares o diabetes, deben estar estables antes de aplicar para una blefaroplastia, indica Hazoury. En determinados casos puede ser necesaria también una revisión oftalmológica previa.
“Se inicia la operación realizando incisiones en la piel de los párpados para liberar y extirpar el exceso de piel. Después se extirpa grasa en la cantidad adecuada para eliminar las bolsas palpebrales y se sutura”, dice.
Tras la intervención, que suele durar cerca de una hora, se aplica pomada oftálmica y apósitos con suero fisiológico frío para reducir molestias e inflamación. Sin embargo, es normal en los primeros cuatro a cinco días una leve hinchazón y algunas pequeñas áreas de amoratamiento de los párpados.