¿Estás sentado cómodamente? Cierra tus ojos. Tómate unos minutos para calmarte. Cuando estés listo, préstale atención a tu respiración. Simplemente observa cómo el aire viaja dentro y fuera de tu cuerpo, mientras inhalas y exhalas.
Si tu mente vaga, como lo hará, sólo percibe el pensamiento, pero descártalo delicadamente, y vuelve a concentrar tu atención en la respiración.
A medida que haces esto, tu atención se enfoca en el momento presente, tu mente se calma por sí sola y el estrés y la ansiedad se reducen.
Si haces eso periódicamente, vas a lograr una mayor concentración, creatividad, tranquilidad y bienestar, además de mejores relaciones.
O al menos eso es lo que se asegura.
La meditación mindfulness o conciencia o atención plena se ha extendido ampliamente, y no sólo entre los místicos orientales, hippies occidentales y sanadores alternativos.
Se ha convertido en algo que tu médico de cabecera podría sugerir. Hasta hay aplicaciones online que te ayudan practicarla.
Se afirma que es eficaz como tratamiento para enfermedades mentales, pero que también es algo de lo que cualquier persona puede beneficiarse, incluso aquellas que están bien.
Al fin y al cabo, sentarse en silencio y respirar no nos puede hacer ningún daño...¿O sí?
Eso es lo que Suzanne (no es su nombre real), una francesa de 20 años, pensó.
Hace poco más de un año, decidió ir a un retiro de meditación en silencio en Manchester, Reino Unido.
El plan de meditación era bastante intenso: 10 días seguidos; estaba prohibido hablar o hacer contacto visual con otras persones, incluso cuando terminaban las sesiones diarias.
Todo estuvo bien hasta el séptimo día, cuando tuvo un ataque de pánico.
"Sentí como si mi cerebro hubiera explotado", me contó. Y agregó: "Me sentí como si estuviera completamente separada de mi propio cuerpo".
Acudió a buscar la ayuda de sus profesores, pero le dijeron que continuara meditando.
Al final del curso, volvió, con dificultad, a Francia, donde efectivamente se derrumbó en la casa de su madre.
"Traté de seguir adelante con mi vida, pero fue imposible. No podía salir de la cama, no podía comer. Estaba teniendo síntomas de terror y pánico. Tenía mucho miedo y tuve 'despersonalización' -eso es, básicamente, cuando uno se mira en el espejo y no es capaz de reconocerse- y "desrealización", que es cuando se mira el mundo y parece irreal".
Suzanne ingresó en un hospital psiquiátrico donde le dieron medicación antipsicótica. Un año más tarde, todavía la toma. Dice que se siente mucho mejor, pero, "todavía tengo un largo camino por recorrer".
"Ni buenas ni malas"
El caso de Suzanne es extremo, pero quizás no tan inusual como se podría pensar.
Hablé con un número de personas que aparentemente estaban en buen estado de salud mental antes de probar la meditación, y que tuvieron graves crisis durante y después de practicarla.
El problema no se limita sólo la gente que va a cursos intensos de meditación.
Tim Lomas, un psicólogo de Londres, publicó recientemente un artículo académico acerca de los hombres que habían estado haciendo meditación por razones no clínicas.
Aunque la mayoría de ellos se beneficiaron de ella, un 25% encontró lo que Lomas llama "dificultades sustanciales", incluyendo "experiencias desafiantes del yo" y una "disolución aterradora de la identidad".
A algunos, la atención plena "los hizo conscientes de su angustia, pero incapaces de lidiar con ella, por lo que encontraron que la meditación era no sólo inútil, sino contraproducente".
Lomas no es enemigo de la meditación.
De hecho, me dijo que estas experiencias no eran "necesariamente buenas o malas", y que un hombre que al parecer después de la meditación se sentía "cerca de la psicosis" no sólo salió de ella, sino que le pareció "una de las experiencias más transformadoras de su vida".
La noche oscura
Otro fan de la meditación es Daniel Ingram, un médico de urgencias en Alabama, Estados Unidos, que también dirige un foro de meditación en línea que cuenta con 5.000 miembros.
Desde el punto de vista de Ingram, experiencias fuertes producto de la meditación es exactamente lo que uno debe esperar, si se sigue la teoría del budismo Theravada.
En esa tradición hay una fase de meditación llamada "surgir y desaparecer", después de lo cual se obtiene la "noche oscura"... y para algunos, la noche oscura es muy oscura.
"Para unos cuantos desafortunados, puede ser una depresión bastante extrema, episodios micropsicóticos y depresión psicótica, y puede hacer que la gente llegue al borde del suicidio, y en ocasiones incluso matarse", concede Ingram.
"Es realmente sorprendente que la ciencia occidental de alguna manera no haya notado esto. Lo cual es lamentable, teniendo en cuenta el gran número de personas que ahora están meditando en dosis suficientes como para cruzar el surgir y desaparecer", agrega.
"¡Debería ver los correos electrónicos que recibo!", exclama Ingram.
"Hay un montón de gente sintiéndose así. Y no son sólo las personas que pasaron largo tiempo en retiros de meditación intensas. Sé de muchas personas que han cruzado ese territorio de forma espontánea, incluyendo un número de miembros de la familia. Sé de alguien a quien le dio la crisis cuando iba de regreso a casa de una clase de yoga y destruyó su auto".
"Todo tipo de gente me llama para decir: 'Acabo de hacer un curso de reducción del estrés basado en la conciencia plena y, de repente, estoy teniendo experiencias locas'".
¿Cree el doctor que esto aumentará a medida que crece el interés por la atención y la mediación plena?
"Sí. Yo diría que es casi garantizado".
Si uno es parte de una tradición religiosa que tiene un componente de meditación –y muchas lo tienen–, entonces es posible aceptar estas dificultades como parte del camino hacia la iluminación.
Pero lo que es curioso es la forma en la que una práctica contemplativa espiritual se ha convertido en un tratamiento casi médico, o incluso una parte de un ambiguo estilo de vida.
La meditación tiene el potencial de poner la vida patas arriba. Eso podría ser bueno pero también podría ser mucho más de lo que te esperabas.